Al referirnos a información y comunicación, una de las principales características del mundo actual es el acceso, casi ilimitado, a las nuevas tecnologías. Es necesario analizar cuando resulta provechosa la apertura a ellas y en qué momento hay una saturación perjudicial para nuestra familia y para la sociedad.
El 14 de abril de 1912, los operadores de radio del Titánic recibieron seis mensajes de otros barcos, les advertían de la presencia de las grandes capas de hielos flotantes que algunos pasajeros del Titánic habían avistado también a primeras horas de la tarde. Pero el Titánic fue incapaz de reaccionar a las repetidas advertencias.
Las tecnologías digitales y móviles son extraordinarias, pero, desde luego, no resuelven todos los problemas y debemos ser conscientes de las señales de peligro. En este trabajo se investigan entornos digitales y móviles de modo indistinto, aunque es posible que los efectos del uso de los dispositivos móviles merezca más adelante un análisis más detallado.
Una cita puede servir para centrar la hipótesis de este trabajo: lo que la tecnología permite no siempre es lo que alimenta el espíritu humano (Turkle, 2012). Siguiendo esta línea de razonamiento planteamos algunas preguntas:
¿Después de la transformación digital hemos ganado en humanidad?
¿El crecimiento tecnológico va acompañado de un crecimiento personal
¿Qué tipo de persona emerge de la revolución digital?
¿Qué cambia en la familia y la sociedad con la adopción de los medios digitales? ¿Es un cambio a mejor?
Quizá ha llegado el momento para una evaluación antropológica de los entornos móviles y digitales. En pocas palabras deberíamos ser capaces de fomentar una ideología de los entornos digitales y móviles que permitan crear espacios donde las personas puedan respirar aire puro y crecer de modo saludable. El tipo de entornos digitales que puedan ayudar a que las familias crezcan.
El célebre investigador de la comunicación canadiense Marshall McLuhan explicó como creamos os medios y después los medios nos recrean, nos cambian porque afectan nuestra percepción: comenzamos a acceder a la información y ver el mundo a través de sus ojos. Como ha recordado Carr (2014), el valor de una herramienta no es solamente lo que es capaz de producir para nosotros, sino lo que produce en nosotros.
En la historia de los medios ha habido siempre luces y sombras. Muchas de las luces son evidentes: el modo en que los medios digitales y móviles nos pueden acercar suscita asombro y admiración. Sin embargo, los investigadores se esfuerzan por comprender algunas paradojas y ambigüedades. De alguna manera el mundo está en nuestras manos: estamos a un solo clic de contenidos actualidades e interesantes. A la vez, la cercanía e inmediatez de noticias, entretenimientos y juegos es una fuente de distracciones y empuja a muchas audiencias a la gratificación instantánea. Podemos tener una audiencia global, pero podemos acabar también relativamente aislados de nuestra familia y nuestros amigos. La rapidez de los entornos digitales y móviles es positiva, pero también es una fuente de errores. El ingente volumen de información disponible no garantiza siempre mejores conocimientos, más sabiduría o un mayor servicio a las familias. La red es abierta y transparente, pero los rumores, la propaganda y la mentira se difunden también fácilmente.
Por otra parte, en los entornos actuales de los medios, limitar el acceso a las plataformas móviles y digitales parecen cada día más inviable. Expertos e investigadores llevan años hablando del internet de las cosas. El escenario más probable para las familias es que las personas estén más conectadas todavía.
En cualquier caso, llegados a este punto no parece razonable ignorar algunos peligros de los entornos digitales y móviles. Muchos de ellos existían ya en la era analógica: el exceso de consumo, la proliferación de contenidos degradantes, el déficit de edición en textos e imágenes, la explotación del sensacionalismo, etc.
Sin embargo la revolución digital se parece cada vez más a un nuevo planeta en el que tenemos que aprender a vivir, caracterizado por un asalto de la atención de las personas (Goleman) que tienen proporciones descomunales.
Este trabajo no aspira a dar todas las repuestas, pero si se propone plantear preguntas que nos ayuden a pensar las implicaciones familiares de la transición móvil y digital. Resulta imposible cubrir todos los ángulos de la cuestión, por eso este trabajo se centra en algunos.
Citado de la Revista INALDE
Autor: FRANCISCO J. PÉREZ-LATRE
Profesor de la Universidad de Navarra