Turkle alude a esta suerte de soledad acompañada en una conocida obra Alone Together (2012). Los problemas que plantea resultan conocidos. En la actualidad se escriben mensajes y correos electrónicos en clases, reuniones y comidas. Se usan presentaciones para acudir a Facebook o hacer compras online. Las personas están distraídas, se a generalizado una especie de déficit de atención personal y social. La capacidad de estar atentos y concentrarse en los mensajes disminuye.
Parece que existe una huida de las conversaciones de verdad que debemos tener, conversaciones que como dice Turkle, ocurren en tiempo real con efectos que a menudo resultan impredecibles, a diferencia de los entornos controlados que son propios del pasaje móvil y digital.
Estar siempre conectado no significa estar siempre acompañado. De hecho, puede estar ocurriendo lo contrario: la tecnología puede potenciar el anonimato. Las pistas visuales y verbales que son características de los encuentros cara no se encuentran muchas veces en la comunicación digital porque la meditación de las pantallas es realmente intensa.
La proliferación de amistades, un fenómeno positivo e interesante en sí mismo, provoca también un incremento del peligro de encontrarse con extraños. El incremento de las situaciones de acoso está ya bien documentado en la investigación. Algunos públicos muestran una falta de empatía que podía verse facilitada por el automatismo y la distancia de la comunicación online.
En los ambientes digitales parece darse cierta tensión entre el aislamiento y la sed de contacto, que nunca desaparece del todo en las personas. Por un lado algunos parecen refugiarse en las relaciones virtuales para remplazar las conversaciones directas, porque les falta competencia social. Por otro, el número de amigos aumenta y la relación con personas cercanas pueden intensificarse, lo cual es una verdadera oportunidad para las familias, el uso de la comunicación digital debería actuar como facilitador de la cercanía entre las personas, especialmente las que más importan. Por tanto cabe destacar el aislamiento como indicador de fracaso en la comunicación.
Los medios y las pantallas tienen otros efectos colaterales, pero no debemos olvidar que, de hecho, los medios nos acercan. La aldea global de McLuhan (1971) anticipó se a echo realidad en extremos que ni siquiera el propio MCLuhan llegó a prever.
Sin embargo, no debemos confundir conexión con comunicación. La distinción que a veces de hace entre vida online y vida offline puede resultar engañosa.
La vida online o virtual es tan real como la vida misma (aunque no sea una vida física), somos los medios digitales que consumimos, el uso que hacemos de Smartphone y tablets, las redes sociales a las que dedicamos el tiempo.
Es también una oportunidad para desplegar nuestra personalidad, para bien o para mal. Los que se muestran respetuosos Offline también lo son On line. Las familias deben comprender que la red es una plaza pública donde nos retratamos. A menudo los comentarios en Blogs, Twitter, Facebook, YouTube o la prensa digital muestran usuarios que, más o menos escondidos en el anonimato, insultan, siembran la semilla del odio, y se muestran en general hostiles y enfadados.
La red es una extensión de las relaciones entre personas. Hay necesidad de promover una comunicación abierta y honesta, optimista, respetuosa; conviene desarrollar las buenas maneras, la etiqueta digital. Y no hay nada mejor que una familia para enseñar modales, para impulsar una cierta revolución de la amabilidad digital.