La enorme abundancia de información es otro lugar de reflexión. Tenemos acceso a cantidades previamente inconcebibles de información, pero a menudo faltan el contexto y la interpretación. El incremento de la cantidad de información no parece habernos hechos más sabios. El acceso instantáneo de noticias de última hora nos da la oportunidad de estar al tanto, quizás leyendo más titulares de fuentes diferentes que nunca. Pero nuestra comprensión de los problemas no siempre resultará más profunda.
Johnson (2012) ha señalado que si queremos que las sociedades democráticas prosperen necesitaremos una dieta de información más sana. Este autor utiliza la analogía de la dieta para descubrir el problema y la vía de solución: como cualquier dieta, dice, funciona mejor cuando se concibe no como un modo de recibir menos información sino como modo de recibir más información que tenga la necesaria calidad, desarrollando un hábito saludable.
En efecto, quizá debamos consumir más información valiosa. Con una mayor cantidad de datos en información, serán necesarios mejores filtros y más selección de contenidos, habrá más incentivos para establecer una jerarquía de información. Las fuentes con más calidad tendrán más valor añadido.
Y los públicos deberán necesitar la información necesaria para hacer mejor uso de su tiempo, distinguir lo mejor de lo peor y disponer de parámetros que les permitan elegir el menú más adecuado a su edad y circunstancias. Para tomar decisiones humanas no se necesita solo información. Hace falta también moralidad, interpretación y evaluación. Las familias proporcionan ese contexto imprescindible.
La comunicación digital y móvil ha incrementado la rapidez de las noticias de última hora, la difusión global de tendencias e ideas y la participación en eventos en tiempo real. La velocidad de la información provoca efectos llamativos en la reputación, las catástrofes naturales y crisis humanitarias, las campañas políticas y movimientos sociales. Pero la velocidad es también fuente de errores, ayuda a extender rumores y ayuda a extender rumores y puede tener efectos negativos sobre la verificación de los hechos, no cabe duda de la relevancia de la velocidad, pero para evitar errores es necesario también subrayar la necesidad de pausa y precisión.
En busca de la Comunidad Perdida
¿Qué ha sucedido con el Ágora griega? El Ágora era un lugar de reunión, pero también era un sitio donde había personas que solo se preocupaban por entretenerse con las últimas noticias, el recuerdo del Ágora evoca la necesidad de no fijarnos solo en el hecho de que estamos hablando sino también en el contenido y calidad de las conversaciones.
Ciertamente en la red existe una conversación política (Papacharissi, 2002). Sin embargo ¿Cómo contribuye esa conversación a la creación de una comunidad política? ¿Serán los entornos digitales capaces de promover la ciudadanía?
A menudo se comprueban que las conversaciones de la red distan bastante del verdadero dialogo. Activistas e influyentes con agendas específicas tienden a dominar el discurso público, mientras existen mayorías silenciosas que quedan al margen.
El debate inteligente cae victimas de personas beligerantes que utilizan los medios digitales como altavoces. El efecto de la revolución digital en la política ha sido significativo.
El debate inteligente cae victimas de personas beligerantes que utilizan los medios digitales como altavoces. El efecto de la revolución digital en la política ha sido significativo.
La red ha movilizado las protestas, de Atenas a Madrid; de Egipto a Occupy Wall Street; de Brasil a Turquía. También parece ser un factor que contribuye al poder de los que no tienen pode, que ahora pueden hacerse presente en la conversación publica, con efectos saludables.